Cada trago que va dando es un día menos que recuerda.
No quiere saber donde esta, ni a donde ha ido.
No quiere recordar el pasado.
Duele demasiado ver lo que hubo y lo que se ha ido.
Vuelve a ello aun sabiendo que no es sano. Son tan efímeros los momentos de felicidad y tan largas las depresiones. Y dentro del mismo sufrimiento vuelve a deleitarse con minutos de gloria en aquella ya dañada memoria.
El camino esta lleno de fallos, y los fallos se convierten en besos y ello la lleva a la adicción. Quiere dejarlo pero su mano la retiene fuerte y sus ojos inspiran compasión. Se derrite y vuelve a probarlo, una vez más.
Es débil, aunque irradia fuerza por doquier. La mente no se controla, de los actos no responde, ve el fin y sabe que hay que salir.
Duele un adiós, pero más aun una lágrima por día.
Estoy hablando de la droga mas peligrosa consumida por todos; el amor.
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