Seguramente lo volvió a mirar por décima vez, pero aun así no cabía en su asombro. Quería recordar cada mínimo detalle, cada gota de luz, cada gota de vida que rezumaba de los transeúntes que recorrían felices aquellas calles, quería retener aquella imagen y sensación en su cabeza por años.
Lentamente bajó la ventanilla del coche y redujo la velocidad. No merecía la pena ir corriendo cuando no tienes prisa. Una brisa primaveral oceánica acaricio su cara. A pesar de que el sol se estaba poniendo, se sentía el fresco calor de la tarde.
Se preguntaba cuanto duraría aquella sensación- ojala que siempre -.
Ahora ya estaba oscureciendo.
La punta de la Transamerica Pyramid, ahora lucia de tal manera que parecía la punta del Everest, el punto más alto de San Francisco.
Acababa el día, que dejaba paso a la entrada de la locura nocturna, el desgaste de los tacones, el olor a perfume mezclado con la sensualidad de la noche, la libertad en si misma más todo lo que te apetezca hacer. - un cartel aclamaba;
“Welcome to the city that never sleeps; Welcome to San Francisco”
Lentamente bajó la ventanilla del coche y redujo la velocidad. No merecía la pena ir corriendo cuando no tienes prisa. Una brisa primaveral oceánica acaricio su cara. A pesar de que el sol se estaba poniendo, se sentía el fresco calor de la tarde.
Se preguntaba cuanto duraría aquella sensación- ojala que siempre -.
Ahora ya estaba oscureciendo.
La punta de la Transamerica Pyramid, ahora lucia de tal manera que parecía la punta del Everest, el punto más alto de San Francisco.
Acababa el día, que dejaba paso a la entrada de la locura nocturna, el desgaste de los tacones, el olor a perfume mezclado con la sensualidad de la noche, la libertad en si misma más todo lo que te apetezca hacer. - un cartel aclamaba;
“Welcome to the city that never sleeps; Welcome to San Francisco”

2 comentarios:
Que bonito..
Te transmite suavidad el texto :)
muchas gracias clua:):)
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